31 marzo 2008

Bestiario de amor

Ceratia hembra

Jean Rostand


El caso del pez ceratia —una especie de rape— es tal vez el más aberrante de todos. Unas quince o veinte veces más pequeño que la hembra (que mide cerca de un metro de largo), el joven macho ceratia se fija en los flancos o en la frente de ella, la muerde, y esta mordedura va a decidir su porvenir. En adelante, como si hubiera caído en una trampa, jamás podrá desprenderse de su compañera, sus labios se habrán soldado, injertado en la carne ajena. No se podrá separar de ella, a no ser que arranque sus tejidos fusionados. Su boca, sus maxilares, sus dientes, su tubo digestivo, sus agallas, sus aletas y hasta su corazón van experimentando una degeneración progresiva. Reducido a una existencia parasitaria, no tardará en ser más que una especie de testículo disfrazado de pez diminuto, cuyo funcionamiento incluso será regido por el estado hormonal de la hembra, quien se comunica con él a través de los vasos sanguíneos.
Una hembra ceratia puede llevar encima hasta tres o cuatro de estos machos pigmeos.

3 comentarios:

Alexis Argüello Sandoval dijo...

Sin duda un pez con mucho parecer al hombre y a su vida aferrada al "Amo, luego no existo... ideada por un filósofo anónimo cochabambino". Es que hombre somos, machos somos a veces seducidos y autoflagelados en el ser físico o no de nuestar amada.

Felcitaciones a todo el equipo de atar ATAR A LA RATA. Un blog que en definitiva merece ser seguido al igual que la revista en la vida off-line.

Abrazos.

Noctámbulo Desesperado dijo...

Rudo, salvaje y exiguo.

rajemofrel dijo...

wau